Este 1 de mayo se celebra en un momento especialmente duro para el mercado laboral. Las personas con empleo ven recortados sus salarios, sus derechos laborales y sus prestaciones sociales mientras el Gobierno de Mariano Rajoy se encarga de frustrar cada día las expectativas de los más de 6,2 millones de parados al no ofrecer soluciones creíbles ni en el corto ni en el medio plazo.
En estas condiciones las organizaciones sociales y, especialmente los sindicatos, convocan hoy manifestaciones y actos para reivindicar los derechos sociales. Los trabajadores no se resignan a que la economía macroeconómica mande sobre las personas, ni a que se acepte el sufrimiento y la desesperación de millones de personas que pierden su vivienda o su empleo tanto en la empresa privada como en la pública.
El tejido social no aguanta mucho más. La caída del PIB demuestra que las políticas de ajuste nos llevan a la destrucción del empleo, a la caída del consumo y a profundizar en la recesión con la desesperación de millones de personas.
Por ello se hace necesario recuperar programas de crecimiento de la economía y facilitar el crédito a las pymes y a las familias. Se trata de proteger al empleo actual y evitar la desaparición de más puestos de trabajo. Es necesario, además, que el Estado proteja a las personas sin ningún ingreso y que cree la renta mínima de inserción, no se puede condenar a los ciudadanos a la mendicidad como forma de vida.
Las administraciones de nuestro país tienen que tomarse en serio la gravedad de la situación y tomar medidas urgentes, ya que de persistir en la línea de gestión actual peligran de forma muy seria la sanidad, la educación y las pensiones públicas, puntales de nuestra sociedad.
Las movilizaciones en defensa del Estado del bienestar cada día son más intensas y todo apunta a que nos encaminamos hacia un estallido social si persiste la virulencia del paro y de los recortes.
Sin embargo, los gobiernos, tanto el central como los autonómicos, se muestran impermeables a las movilizaciones desde hace ya tiempo. Las administraciones asumen las protestas a la vez que las intentan desgastar, sean manifestaciones o huelgas generales, sin que se tome nota de ellas. En estos años de crisis, las movilizaciones de los sindicatos, los indignados y las plataformas contra los recortes, los desahucios o las estafas de las preferentes han sido permanente ignorados.
Estos movimientos también han obligado a los sindicatos a reflexionar sobre su papel y su conexión con las necesidades de la sociedad. Pero si algo significa el 1 de mayo es que el movimiento sindical desde el siglo XIX ha luchado con avances y retrocesos, pero siempre ha peleado para mejorar las cosas. Las sociedades avanzadas le deben mucho a esta lucha y, a pesar de las dificultades, es necesario que sigan reivindicando cambios en las políticas y que se sigan oyendo sus voces en las calles, buscando un futuro para la esperanza y la solidaridad con las personas que lo están pasando mal.
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